Es
importante abordar estos cuatro mitos porque importa la salud social y
emocional de los adultos que trabajan en las escuelas.
Por
Elena Aguilar
Durante los últimos años, he
enfocado mi aprendizaje, enseñanza y escritura en el tema de la resiliencia emocional en los educadores.
Estoy convencido de que es clave en nuestro intento de proporcionar a los
estudiantes la educación que necesitan y merecen.
No tenemos que hacer esto a
expensas de los niños, ni tenemos que frenar nuestra práctica como profesores,
pero sí debemos ampliar nuestra atención para incluir la salud social y
emocional de los adultos que trabajan en las escuelas.
Al compartir lo que aprendí
sobre la capacidad de recuperación emocional y sobre cómo construirlo, me he
encontrado con algunos conceptos erróneos sobre lo que es la resiliencia y por
qué la necesitamos. Me gustaría aclararlos.
4 MITOS SOBRE LA RESILIENCIA
Mito
1:
La resiliencia te ayudará a sobrevivir como maestro. Tenemos que ir más allá de la supervivencia
como un objetivo. La resiliencia nos permite prosperar, no solo sobrevivir. La
resiliencia nos permite rebotar después de los desafíos y ser más fuertes que
antes.
Merecemos que nuestras
preciosas vidas se llenen de belleza, alegría y significado, y eso es lo que
está al otro lado de la supervivencia. La resiliencia nos ayuda a llegar allí.
La resiliencia no se trata solo de recuperarse, sino de recuperarse y avanzar
en nuestros viajes como educadores y seres humanos.
En otras palabras, la
capacidad de recuperación no solo nos ayuda a atravesar un momento difícil,
sino que nos ayuda a salir más fuertes, mejores y más felices que antes.
Mito
2:
las personas resilientes tienen pieles duras.
Los resistentes no suprimen las emociones duras. De hecho, las personas
resilientes experimentan una gran variedad de emociones, incluidas las
desafiantes.
Cuando tratamos de evitar
emociones difíciles (enojo, vergüenza, miedo), en realidad disminuimos nuestra
capacidad de recuperación. Cuando experimentamos y exploramos esas emociones
difíciles, descubrimos que no nos consumirán ni nos destruirán, y emergemos más
fuertes (y más resilientes) que antes.
Mito
3:
La resiliencia es un rasgo de personalidad.
La resiliencia no está fija en nosotros; todos podemos aumentarlo. En
general, está construido a través de un pensamiento flexible y preciso,
teniendo la creencia de que puede lograr sus objetivos, tener una conexión con
el significado, aumentar sus experiencias de emociones positivas, estar
conectado con otras personas y cuidar de sí mismo.
Hay docenas de cosas que
puedes hacer todos los días para aumentar tu resistencia. Para nombrar un
puñado:
- Dormir lo suficiente
- Coma un desayuno saludable
- Almorzar con un colega y no discutir el trabajo
- Expande tu interpretación de los grandes y pequeños desafíos en tu escuela
- Dar un paseo
- Meditar
- Enfócate en lo que está dentro de tu esfera de influencia
- Practica la gratitud
- Extiende tu empatía por un estudiante desafiante
Si bien muchos de estos son
enfoques clásicos de manejo del estrés, lidiar con el estrés es uno de los
componentes de la resiliencia y un elemento importante. Sin embargo, cultivar
la resiliencia va más allá, no es solo un proceso reactivo.
Mito
4:
La resiliencia aumenta cuando aprendes a manejar las emociones difíciles. Es importante entender cómo las emociones
desafiantes (enojo, vergüenza, envidia o miedo) exacerban el estrés. Pero la
resiliencia es mucho más que aprender a manejar o enfrentar estas emociones.
Las personas resilientes
reconocen la importancia de manejar emociones incómodas y cultivar emociones
positivas (alegría, gratitud, satisfacción y felicidad). Las personas
resilientes usan esas emociones positivas para recuperarse y encontrar sentido
en los eventos y desafíos estresantes.
Hay mucho que aprender sobre
la capacidad de recuperación para ayudarnos a manejar los factores estresantes
diarios de la enseñanza y para permitirnos cumplir con nuestro propósito como
maestros. Cuanto más me sumerjo en esta exploración, más convencido estoy de
que, como educadores, debemos priorizar el aprendizaje social y emocional para
nosotros mismos.
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