Una
maestra veterana comparte lo que ha aprendido en el transcurso de 26 años.
Panorama general: un poco de empatía mejora un largo camino.
Por
Terri Eichholz
"No tienes hijos,
¿verdad?", Me preguntaron los padres de mis alumnos durante mis primeros
años de enseñanza. Ellos tenían razón: no tenía hijos en ese momento. Sin
embargo, me ofendió la implicación de que mi falta de progenie inevitablemente
significaba que mi consejo debía ser inútil.
No fue mi falta de hijos lo
que hizo que mi consejo fuera inútil. Era el hecho de que había encontrado una
solución al problema (su hijo nunca entregó la tarea) que funcionaría bien en
mi mundo, no en el de ella.
No digo que los maestros
necesiten ser padres para ser buenos comunicadores. Necesitamos ser empáticos. Si hubiera pensado más
acerca de cómo era trabajar en tres trabajos (lo cual hice en la universidad) y
trate de ahorrar tiempo para compartir con las personas que te importan, le
hubiera dado a esa madre soltera consejos completamente diferentes.
Con los años, siento que he
mejorado en la comunicación con los padres ya que he hecho mayores esfuerzos
para ponerme en sus zapatos. Estas son las principales cosas que aprendí.
SER
PROACTIVO
No esperes a que surjan
problemas. Asegúrese de comunicarse frecuente y positivamente para que ya haya
desarrollado una relación antes de golpear los baches en la carretera. Con la
tecnología disponible en estos días, los maestros deberían poder actualizar a
los padres al menos una vez a la semana sobre lo que sucede en el aula. Use
múltiples tipos de comunicación: redes sociales, correo electrónico y el
boletín impreso comprobado.
NO
LO TOMES PERSONALMENTE
Cuando los padres se
arrepienten de ti, expresan su frustración por no poder ayudar a sus hijos. En
lugar de ponerte a la defensiva, pregúntate a ti mismo: "Además de salir a
buscarme, ¿qué los motivaría a decir esto?" Piensa en lo que alguien
podría decirte para reducir la situación e indica una mente abierta si la
situación se revierte. Por ejemplo, si un padre dice: "Estás buscando a mi
hijo", intenta decir: "Lamento que pienses eso". ¿Puedes decirme
qué pasó para hacerte sentir así?
PIDA
CONSEJO A LOS PADRES
Si un alumno exhibe conductas
negativas, invite a los padres a sugerir lo que funciona en casa. En ocasiones,
los padres pueden no observar este comportamiento en casa, lo cual es una gran
oportunidad para invitar a los padres a la clase. Incluso si el padre no puede
brindarle ayuda o llegar al aula, de todos modos fortalecerá su relación al
mostrar que valora su aporte.
PARTICIPE
EN LA COMUNIDAD
Cuando apareces en eventos
deportivos, festivales y otras actividades de la comunidad, envías el mensaje a
los niños y sus padres de que te preocupas por la persona en su totalidad, no
solo por el alumno. Las familias entienden que, para ustedes, no son "nosotros
y ellos", sino "nosotros". Aunque los estudiantes pueden tener
la percepción de que toda su vida gira en torno a ellos, la mayoría de los
padres se dan cuenta de que están sacrificando su tiempo libre para mostrar
apoyo. sus hijos, y lo aprecian.
ELIGE
TUS BATALLAS
Si usted y un padre no están
de acuerdo, siempre busque primero un compromiso que beneficie al estudiante y
preserve su relación con el padre. Si no está dispuesto a un compromiso,
pregúntese si su método es realmente el mejor para el alumno y si es probable
que mejore la situación. Por ejemplo, si un estudiante nunca completa la tarea
a pesar del hecho de que llama a su casa y lo penaliza, es posible que necesite
encontrar una forma diferente de ayudar al alumno a practicar sus habilidades
en lugar de perder todo un año escolar tratando de probar su punto.
ADMITIRLO
CUANDO ESTÁS EQUIVOCADO
Como maestra y (ahora) madre,
puedo sinceramente decirte que los padres no te pierden el respeto cuando
admites tus errores y los corriges. Mientras perciban que realmente está
tratando de hacer lo mejor para sus hijos, los padres no lo penalizarán por
errores ocasionales. Lo que molesta a los padres es cuando los maestros actúan
como si fuéramos superiores y dan la impresión de que no estamos dispuestos a
escuchar a las personas que conocen mejor a sus hijos.
Cuando estaba enseñando por
primera vez, me ponía furioso cuando un padre cuestionaba mi juicio. Ahora que
tengo casi 26 años de experiencia, mi reacción es la opuesta. Repetí
mentalmente la situación y reflexioné sobre si podría haberlo manejado mejor.
Si es así, inmediatamente me disculpo con los padres y bosquejo los pasos que
daré para mejorar las cosas. Si no, me aseguro de que el padre sepa por qué
creo que fue la mejor acción y que valoro a su hijo lo suficiente como para
seguir adelante. No necesitamos tener nuestros propios hijos para ser buenos
maestros, pero debemos tener empatía, humildad y dedicación para hacer lo mejor
para nuestros estudiantes. Una pequeña diplomacia también es muy útil.
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