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domingo, 25 de febrero de 2018

“La neurociencia no tiene la receta para los problemas de la educación”

Imagen tomada de: http://conceptodefinicion.de/wp-content/uploads/2016/12/Neurociencia.jpg



La neurocientífica Anna Carballo cree que son los pedagogos los que deben resolver los retos del sistema educativo y reducir la tasa de abandono escolar
Por: Ana Torres Menárguez

Anna Carballo (Barcelona, 1982), doctora en Neurociencias por la Universidad Autónoma de Barcelona, no habla de neuroeducación porque cree que es una disciplina que todavía no existe. Lo defiende bien: los estudios neurocientíficos sobre el aprendizaje se realizan en laboratorios, que nada tienen que ver con un aula en la que 30 alumnos aprenden conjuntamente de forma espontánea y natural. Cree que los problemas de la educación no se pueden resolver con el conocimiento que se tiene del cerebro y que son los pedagogos quienes deben replantear la enseñanza.

Profesora del Máster en Dificultades de Aprendizaje y Trastornos de Lenguaje de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y formadora e investigadora en neurociencias aplicadas al ámbito educativo, Carballo considera que los fallos de la escuela no se pueden reducir a la falta de motivación del alumnado. Critica un sistema que mide los resultados y no el aprendizaje, unas ratios alumnos-profesor desorbitadas y una falta de formación y capacitación de los profesores, ideas que plantea en su próximo libro 10 ideas clave en neurociencia y educación (Graó).

Carballo, que moderó la semana pasada el debate Aprendizaje: aula y neurociencia organizado por el think tank Aspen Institute y la Fundación La Caixa, pide prudencia ante "el poder seductor de la neurociencia", ya que no tiene una fórmula para diseñar la escuela perfecta. Reconoce que el cerebro necesita emocionarse para aprender, pero alerta a los docentes sobre el peligro de convertir las clases en un "frenesí emocional constante". Los niños también tienen que aprender a aburrirse.

Pregunta. En los últimos años la neurociencia aplicada a la educación ha atraído a muchos docentes con ansias de cambio. Se ha popularizado la idea de que los alumnos necesitan emocionarse para aprender, pero igual los profesores no saben cómo llevarlo a la práctica.

Respuesta. El tema de la emoción es lo que más se ha magnificado y popularizado dentro de la neurociencia, la repetida frase de que solo se aprende aquello que se ama. Ese principio puede confundir a los docentes, que pueden interpretar que sus alumnos tienen que flipar todo el rato en el aula. Eso sería estresante, insostenible. No podemos centrar nuestra práctica educativa en un frenesí emocional constante. La idea clave es que las experiencias de aprendizaje se acompañen de emociones positivas, conseguir que el alumno no las asocie al fracaso, al no llego. Si no, a la larga no querrá seguir aprendiendo. El cerebro tiende a querer repetir toda experiencia placentera. Además, es absurdo intentar que a todos los niños les emocione lo mismo. La propuesta pedagógica tiene que ser diversa. La uniformidad curricular es un fracaso.

P. Ahora está sobre la mesa el debate de si deben ser los pedagogos o los neurocientíficos con sus descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro quienes fijen las claves de la nueva educación. ¿Cuál es su postura?

R. Veo un instrusismo bestial de los neurocientíficos. La neurociencia puede ofrecer fundamentación teórica acerca del proceso de aprendizaje, pero para nada se debe meter en el campo de la didáctica porque no somos pedagogos, no podemos decir lo que hay que hacer en el aula. Las ideas que se aportan desde el campo neurocientífico respaldan teorías pedagógicas que existen desde hace más de 100 años, como sucede con el trabajo por proyectos que parece una metodología tan innovadora y no lo es. Ya está todo inventado. Puede ayudar a arrancar el cambio educativo, pero la neurociencia no tiene la receta para los problemas de la educación.

El primer año el niño debería estar en casa con sus padres porque es cuando se desarrolla el vínculo emocional

P. ¿Cuál cree que es el principal problema de la escuela y por qué cree que no se puede solucionar con la neurodidáctica?

R. En los problemas educativos influyen múltiples factores. Por un lado, tenemos un sistema que exige resultados de rendimiento, no de aprendizaje; una carencia de recursos, unas ratios que no ayudan. Lo que más he detectado en las formaciones que he dado a maestros es que falta capacitación docente, ellos ven necesario el cambio, pero no saben cómo hacerlo. Ven que abrir el libro y hacer exámenes ya no funciona porque hay un 20% de fracaso escolar. No son los niños los que fallan, es claramente el sistema. Los resultados de los estudios neurocientíficos sobre el aprendizaje no son extrapolables a una clase. Tenemos información de lo que hace un cerebro dentro de un tubo de resonancia magnética funcional cuando toma una decisión. Pero toda la complejidad que conlleva un contexto de aprendizaje como el aula se nos escapa.

P. ¿No ha participado en ningún proyecto de investigación que mida la actividad de los alumnos en un aula?

R. Ahora ya disponemos de sistemas de registro encefalográfico a través de cascos inalámbricos. Es un avance porque antes para registrar la actividad eléctrica cerebral lo tenías que hacer enchufado a un monitor. De todos modos, aún es muy incipiente. Estoy codirigiendo la tesis de una doctoranda que quiere registrar el funcionamiento de la corteza cerebral cuando los niños aplican diferentes metodologías para el aprendizaje de las matemáticas.

P. ¿Cuál es la principal demanda de los profesores a los que ha formado?

R. La comunidad educativa busca soluciones de forma desesperada y cuando aparece una moda se agarran a ella como a un clavo ardiendo. No les culpo. Hay estudios sobre el poder seductor de la neurociencia que demuestran que cuando una información va a acompañada de una imagen de un cerebro o de la palabra neuro es más creíble, más sexy. Hay que tener cuidado porque hay mucho neuromito. Por ejemplo, algunos alumnos creen que al hacer sudokus entrenan su mente y serán más inteligentes. Les digo que lo único que conseguirán será ser unos cracks en sudokus, nada más. Algunos productos también conducen a equívocos; la aplicación Brain Gym se plantea como gimnasia cerebral, como si el cerebro fuese un músculo, es un órgano. También he oído a maestros decir que van a preparar una clase para ejercitar el hemisferio derecho, considerado el más creativo frente al izquierdo que sería el más lógico. Tenemos millones de axones que conectan los dos hemisferios continuamente, cualquier trabajo depende de los dos. Son visiones simplificadas del cerebro, concepciones falsas.

Las ideas de la neurociencia respaldan teorías pedagógicas que existen desde hace más de 100 años

P. ¿Debemos preocuparnos porque el cambio de hábitos nos está conduciendo a una menor capacidad para retener datos de memoria?

R. La tecnología ha venido para quedarse. No la podemos eliminar del contexto educativo. El cerebro se ha adaptado a tener que retener menos datos porque cualquier cosa es googleable. No es que se desaproveche la memoria, sino que se destina a otras funciones. Hay que tener muy claro que la creatividad no nace de la nada, sino del conocimiento, y ahí juega un papel elemental la memoria. Es el resultado de una nueva asociación de ideas, siempre a partir de conocimientos que ya tienes.

P. Desde el punto de vista de la neurociencia, ¿es el sistema educativo muy exigente con los adolescentes?

R. Los cerebros adolescentes los hemos estudiado ahora, no los podemos comparar con los de hace 30 años. Tienen un sustrato neural de las emociones mucho más reactivo que el de un cerebro adulto. Son más impulsivos y buscan el placer más que nosotros. Sabemos que, si la demanda no aparece, la maduración tampoco, por eso se está alargando tanto la adolescencia.  Los roles adultos tipo tener un trabajo, una familia o un piso se están retrasando por el contexto sociocultural, por la situación económica. Pero la demanda adulta puede existir y aunque estés en casa de tus padres puedes ser 100% responsable aportando dinero o colaborando. Si no, se puede dar el caso de llegar a los 40 y estar en casa de los padres jugando a la Play. Hay un estudio de neuroimagen que analiza lo que hace el adolescente cuando tiene que tomar conductas de riesgo. Mide las veces que se pasa el semáforo en ambar jugando a un videojuego. Cuando está con sus amigos se disparan, pero cuando está con su madre se reducen a la mitad. Ahí la madre está haciendo de corteza prefrontal. Los adultos tenemos que ejercer ese control externo para que a la larga se interiorice y el adolescente tenga autocontrol. La exigencia externa tiene que existir. Hemos detectado familias que huyen del tema de los límites, quieren que sus hijos sean libres. Una falta de límites comporta inseguridad emocional; en el futuro no sabrá hasta dónde puede llegar.

P. La experiencia emocional es determinante en la etapa de cero a tres años, mucho más que el material Montessori más caro. ¿Cuál es tu opinión?

R. El vínculo de apego es esencial, es la relación emocional que establece con sus cuidadores principales. Le aporta una seguridad que le permite explorar el entorno y relacionarse con los demás. No hay estudios neuroanatómicos de los niños que han sido criados en casa y los que han acudido a escuelas infantiles. Desde el punto de vista de la psicología del desarrollo, el primer año el niño debería estar en casa con sus padres porque es el periodo en el que se desarrolla ese vínculo. El problema de la guardería es que el niño no está solo y es difícil atender 100% sus necesidades. Suelen ser 8 niños por adulto en la etapa de lactantes. Si el niño se siente seguro, aprende.

P. ¿Cree que tiene sentido que la escuela moderna incentive el trabajo cooperativo cuando lo que les espera en la edad adulta es un mundo altamente competitivo?

R. La cuestión es si reproducimos en la escuela la competitividad porque es lo que se van a encontrar o si les enseñamos que se puede construir una sociedad más torelante y cooperativa. Hay colegios que han hecho un cambio importante y solo trabajan con cooperativo. Lo importante es que no se reduzca a una hora a la semana, sino que sea habitual para que se genere un hábito. En contacto con los demás segregamos ciertas hormonas como la oxitocina que potencian la plasticidad cerebral, el aprendizaje y el sustrato neural del placer. En la escuela tradicionalmente se ha prohibido hablar y más todavía ayudar al de al lado. Igual hay que darle la vuelta.



martes, 13 de febrero de 2018

MINERD y UNICEF presentan estudio sobre niños y niñas fuera de la escuela RD




Fuente: https://www.unicef.org/republicadominicana/media_38017.html

SANTO DOMINGO, 13 de febrero 2018. El Ministerio de Educación y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) presentaron el estudio “Niños y niñas fuera de la escuela en República Dominicana” el cual revela que para el año escolar 2014-2015, el 60% de los dominicanos de 18 a 20 años de edad no había finalizado la escuela, debido principalmente al bajo aprendizaje en lecto-escritura y matemáticas durante los primeros años de escolaridad.

Según el estudio, en el primer ciclo de primaria (grados 1 al 3) ya existe un 13% de niños con sobreedad de dos o más años, debido a la repitencia y al abandono temporal desde de los primeros grados. Acorde a la investigación, esta sobreedad se sigue acumulando durante la vida escolar, debido a las limitadas competencias en lecto-escritura y matemáticas, originando un riesgo importante de exclusión escolar.

El estudio, que se enmarca en la iniciativa global “Por los Niños Fuera de la Escuela”, impulsada por UNICEF y UNESCO, e implementada en República Dominicana por el Ministerio de Educación con el apoyo de UNICEF, resalta que en el país permanecen desafíos importantes para asegurar el acceso al nivel inicial, para completar la educación secundaria y para impulsar un aprendizaje de calidad, superando la reprobación y el abandono.

También identifica la exclusión efectiva (niños y niñas fuera de la escuela) y la exclusión potencial (niños que tienen riesgo de exclusión escolar debido a la sobreedad, la repitencia y el abandono temporal). Este dato de exclusión potencial ha permitido que el Ministerio de Educación fortalezca las acciones preventivas para evitar la exclusión efectiva.

El estudio permite identificar los grupos poblacionales que tienen limitado acceso a la escuela o que presentan situaciones que ponen en riesgo su permanencia escolar, las barreras que generan esas situaciones y las políticas y estrategias que pueden eliminar dichas barreras, a fin de garantizar la participación de cada niño, niña y adolescente en el sistema educativo.

Los resultados del estudio están basados en el análisis de datos del Sistema de Información para la Gestión Escolar de la República Dominicana (SIGERD), las proyecciones de población elaboradas por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) y la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT), así como también en otros estudios nacionales e internacionales y una investigación en escuelas de San Juan, Santiago, Higüey y Santo Domingo.

La representante de UNICEF en el país, Rosa Elcarte, destacó los importantes esfuerzos y resultados alcanzados en la superación de los problemas históricos de la educación dominicana en los últimos años, como la expansión de la tanda extendida y los servicios integrales de primera infancia, el acceso casi universal en primaria, el fortalecimiento de la formación de los docentes, y de la profesionalización del sector, así como la creación de los programas de prevención de violencia en las escuelas. 

Asimismo, Elcarte también señaló las acciones para dar respuesta a los desafíos planteados en este estudio, en aspectos concretos desarrollados por el Ministerio de Educación, como por ejemplo la estrategia de mejora de lecto escritura y matemáticas en los primeros años de primaria.

Por su lado, el ministro de Educación, Andrés Navarro, vinculó los resultados de este estudio con las intervenciones principales que están definidas en el Plan Estratégico de Educación 2017-2020, las cuales se ponen de manifiesto en los resultados de estos casi cinco años de implementación de la Revolución Educativa que impulsa el presidente Danilo Medina.

Citó que el país está muy cerca de ser declarado libre de analfabetismo; más de un millón de estudiantes están en jornada escolar extendida, recibiendo educación de calidad, alimentación balanceada y protección en un ambiente de paz; aumento en la cobertura del servicio de atención integral a la primera infancia, de 18,000 niños y niñas atendidos en el 2013, a 102,950 en el año 2016 y a 125,087 a final del 2017; ampliación de la oferta de politécnicos y la apuesta para que todos los estudiantes al egresar de nivel secundario tengan las competencias de manejo de la tecnología y el dominio del inglés.





lunes, 5 de febrero de 2018

“Es perverso decir que no hay que aprender las cosas de memoria”

José Antonio Marina en las instalaciones de Media Lab Prado.



El filósofo y pedagogo José Antonio Marina cuestiona las nuevas metodologías surgidas de la innovación educativa y defiende algunos valores de la escuela tradicional

Por: Ana Torres Menárguez



El filósofo José Antonio Marina está del lado de la innovación educativa. Defiende que para sobrevivir en el mundo laboral es obligatorio aprender y reciclarse durante toda la vida, que las facultades de Educación se han quedado atascadas por miedo al cambio o que los avances de la neurociencia pueden marcar el camino de la renovación pedagógica. Sin embargo, hay un punto con el que no comulga: el destierro de la memorización dentro de las nuevas metodologías. Sin memoria no hay aprendizaje, sostiene Marina.

En su último libro El bosque pedagógico y cómo salir de él (Ariel), Marina, autor del Libro Blanco de la Profesión Docente por encargo del Ministerio de Educación, cuestiona algunos de los mensajes difundidos por los gurús internacionales de la innovación educativa. ¿Realmente hay que dejar a los niños que escojan lo que quieren aprender en función de su motivación? ¿Es ese el motor de la creatividad?

Marina, firme defensor de la implicación de las familias en la educación de los niños y fundador de la Universidad de Padres, un centro de investigación en crianza y una escuela online, sostiene que hay que recuperar el sentido del deber y la obligación como recurso pedagógico. 

Pregunta. En los últimos años se está propagando la idea de que formarse durante toda la vida y aprender nuevas profesiones es positivo para el ser humano. ¿Cree que es el único modo de supervivencia ante la precariedad laboral?

Respuesta. La educación para toda la vida es imprescindible. Estamos sometidos a la ley del aprendizaje que dice que para sobrevivir toda persona o institución necesita aprender a la misma velocidad a la que cambia el entorno. Si quiere progresar, debe hacerlo a mayor velocidad. Cuando los ambientes laborales eran muy estables, los sistemas de aprendizaje podían ser lentos. Por ejemplo, la técnica de un herrero servía para él y para la vida de sus hijos. Hoy el entorno es sumamente veloz y si no lo sigues, quedas marginado.

Pregunta. En los últimos años se está propagando la idea de que formarse durante toda la vida y aprender nuevas profesiones es positivo para el ser humano. ¿Cree que es el único modo de supervivencia ante la precariedad laboral?

Respuesta. La educación para toda la vida es imprescindible. Estamos sometidos a la ley del aprendizaje que dice que para sobrevivir toda persona o institución necesita aprender a la misma velocidad a la que cambia el entorno. Si quiere progresar, debe hacerlo a mayor velocidad. Cuando los ambientes laborales eran muy estables, los sistemas de aprendizaje podían ser lentos. Por ejemplo, la técnica de un herrero servía para él y para la vida de sus hijos. Hoy el entorno es sumamente veloz y si no lo sigues, quedas marginado.



P. Por un lado, la nueva educación tiene como objetivo enseñar a los niños a trabajar en equipo y va en contra del individualismo y la competitividad. Pero al terminar la Universidad, el panorama es desolador y la búsqueda de empleo es un acto solitario y desesperante. ¿No es una contradicción?

R. Como dice [Noam] Chomsky, dar la libertad sin dar la oportunidad es un regalo envenenado. A los mensajes tú puedes, conviértete en tu propio empresario, en trabajador autónomo, tú puedes diseñar tú vida... les falta otra parte. ¿Cómo lo hago? Arréglatelas como puedas, te quedas abandonado. Lo primero que le diría a un joven es que va a tener que estar aprendiendo toda su vida para tener un empleo. El pacto social entre generaciones se ha roto y ya no hay seguridad laboral.
 

P. En su libro advierte del peligro de que las grandes empresas tecnológicas (Google, IBM o Apple) asuman el liderazgo educativo si los profesionales de la educación no se ponen las pilas.

R. Como es para toda la vida, se está creando la industria educativa. En el año 2015, la educación movió 4,3 billones de dólares, casi cuatro veces el PIB español. Desde el campo editorial, Pearson vendió su participación en The Economist y Financial Times para dedicarlo todo a educación. También se están quedando con sistemas de evaluación como los de PISA. Históricamente todo el mundo ha querido mangonear a través de la educación: las religiones, los sistemas políticos... No creo que haya una conspiración educativa, sino un negocio educativo. Estas compañías no quieren introducir una ideología determinada, sino ganar dinero. Los docentes debemos ser la conciencia crítica educativa de la sociedad y para eso necesitamos ser una profesión de élite. 

P. Ken Robinson hizo temblar la educación tradicional al afirmar que la escuela mata la creatividad. Las nuevas corrientes afirman que los niños pierden su deseo de aprender por las rutinas repetitivas  del colegio y la excesiva evaluación. 

R. La psicología nos ha jugado una mala pasada con su teoría de la motivación. Pensar que al niño que no está motivado no hay que exigirle nada es un error. Tenemos que enseñarles que habrá cosas que tengan que hacer por obligación sin sentir ninguna motivación. Los gurús son gente muy lista que utiliza conceptos de la autoayuda. Es difícil vender el mensaje de que algo cuesta mucho trabajo. La educación va sobre ayudar a adquirir hábitos, que no siempre son de nuestro agrado. Sobre la idea de que hay que dejar a los niños elegir y no coaccionar su libertad, es importante decir que todos nacemos absolutamente dependientes y el proceso educativo consiste en fomentar la capacidad del niño de tomar decisiones, pero eso no se puede hacer al principio. Los niños aprenden a ejercer su autonomía obedeciendo las órdenes que les dan sus educadores. A los cinco años se produce un salto increíble en el que empiezan a darse órdenes a sí mismos. La autonomía llega con la obediencia.

P. ¿Qué debe hacer un docente para no sentirse perdido frente al aluvión de nuevas metodologías de enseñanza?

R. Es clave la figura del estratega educativo, que con una visión general decide qué táctica utilizar en cada caso. El problema es que la mayoría de profesores no conocen las nuevas técnicas. 

P. ¿Está fallando la formación del profesorado?

R. Soy muy crítico con las facultades de Educación. Se han quedado atascadas porque no son conscientes del papel que juega hoy la educación. Hay que tomar decisiones muy radicales. ¿Quién puede decidir lo que queremos transmitir a nuestros alumnos? Los científicos no, porque solo dominan su campo de conocimiento; los políticos tampoco porque no nos fiamos de ellos; los sacerdotes saben de sus religiones y los empresarios van a buscar su propio beneficio. Deberían ser las facultades de pedagogía.

P. Precisamente ahora hay un debate sobre si el cambio deberían dirigirlo los pedagogos o los neurocientíficos con sus avances sobre el funcionamiento del cerebro. 

R. Llevo estudiando neurología desde hace 30 años y puedo afirmar que no está en condiciones de ofrecernos propuestas concretas, pero sí muchas pistas. Necesitamos un puente entre ambos campos, alguien que domine los dos lenguajes. La neurología nos ha dicho, por ejemplo, que hay una segunda edad de oro del aprendizaje, en la que el cerebro vuelve a rediseñarse neurológicamente entre los 13 y los 18 años. También nos dice que los órganos neuronales que se encargan de la toma de decisiones y del comportamiento responsable, los lóbulos frontales, no maduran hasta los 22 o 23 años. Entonces, ¿debemos exigir responsabilidad a un adolescente? Otra de las evidencias señala que las estructuras neuronales maduran con el ejercicio, entonces sabemos que hay que entrenar esa capacidad cuanto antes y no esperar a que el estudiante llegue a la veintena. 

P. En su libro reivindica el papel de la memoria en la educación. ¿No cree que memorizar y vomitar la información en los exámenes es poco efectivo?

R. No hay nada más perverso para la educación que decir que no hay que aprender las cosas de memoria. Es el órgano del aprendizaje. Eso sí, hay que aprender fórmulas que no se basen en la repetición. Crear depende de la memoria y tienes que aprender hábitos creativos. Si no, ¿cómo se te van a ocurrir las cosas? Para tener mucha imaginación, hay que tener muy buena memoria. En este punto la neurología nos está diciendo por dónde ir y es muy importante el descubrimiento de la llamada memoria de trabajo, que nos enseña cómo construirla y manejarla. 

P. ¿Cuál tiene que ser el principal reto de la escuela a corto plazo?

R. Destacaría tres. Bajar la tasa de abandono escolar, paliar las diferencias socioeconómicas entre los alumnos fomentando la educación de cero a tres años y atender a los alumnos con necesidades especiales: con dificultades de aprendizaje, altas capacidades o problemas psicológicos. Otro drama es la figura del director de centro. En España se tiene la idea equivocada de que cualquiera puede ser un buen director. Hace falta formación específica; mandar y organizar es complicado. Habría que crear un MIR para directores. En Inglaterra o Estados Unidos hay libros dedicados al rol del director de escuela, a proyectos concretos que han transformado colegios. Aquí [en España] este tema levanta ampollas, sienta mal a los docentes y a los sindicatos porque consideran que conlleva introducir clases dentro del profesorado y que no es democrático. Se trata de ver si es eficaz o no. Los equipos directivos pueden modificar los programas académicos, o crear sus propios proyectos. El éxito, en parte, depende de ellos. En Inglaterra hay colegios públicos que cambian su horario cada dos semanas para ajustarlo a las necesidades de los alumnos, que pueden necesitar más horas de matemáticas o de lengua. Eso es innovación.

P. El éxito es muy relativo. Hoy se mide en función de los resultados obtenidos en PISA. En su libro habla de los peligros de obsesionarse con las pruebas estandarizadas.

R. Se habla mucho de innovación en la escuela, sin embargo, se está produciendo una uniformidad en todos los países. Lo único que les interesa a los gobiernos es cómo aparecen en PISA y en función de eso organizan sus sistemas educativos. A los educadores no nos sirve PISA porque no nos muestra lo que hay que hacer. No evalúa el progreso del alumno. Un estudiante que empieza el curso con un uno y acaba con un cuatro ha progresado más que el que pasa de un ocho a un nueve. Pero para PISA, ese primer estudiante sigue siendo un suspenso. En el momento en que evaluemos el progreso sabremos si estamos sacando lo mejor de los alumnos y si lo hacemos bien o mal en el aula. 

  Fuente: https://elpais.com/economia/2018/02/02/actualidad/1517574177_327564.html