En los últimos días, una
noticia ha resonado en la región: Google construirá su segundo centro de datos
en Sudamérica, y el lugar elegido es Uruguay. Para muchos, esto es una señal de
que Uruguay está avanzando en la senda de la innovación y la economía digital.
Pero, ¿qué tiene Uruguay que lo hace tan atractivo para gigantes
tecnológicos como Google? Y, lo que es aún más importante, ¿por qué no
hemos logrado atraer inversiones similares en la República Dominicana?
Una de las razones clave
detrás del éxito de esta medida en Uruguay podría radicar en su firme apuesta
por la calidad de la educación. Si observamos las pruebas internacionales de
PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), Uruguay ocupa el
puesto número 48, lo que indica un sistema educativo sólido y orientado hacia
el futuro. En contraste, la República Dominicana aún enfrenta desafíos en la
mejora de su sistema educativo y su posición en estas pruebas.
Si bien en la República
Dominicana contamos con el Instituto Tecnológico de Las Américas (ITLA), una
institución especializada en educación tecnológica, no hemos logrado
capitalizar plenamente su potencial. A pesar de años de operación, no hemos
visto el mismo tipo de inversiones tecnológicas que están llegando a Uruguay.
Esto plantea interrogantes sobre la efectividad de nuestra inversión en
educación y la conexión entre la formación que ofrecemos y las necesidades de
la industria tecnológica.
Otro punto de comparación
importante es la inversión en educación. Ambos países destinan
aproximadamente el 4% de su PIB a la educación, lo que indica un compromiso
similar en este aspecto. Entonces, ¿qué está frenando a la República Dominicana
en la carrera por atraer inversiones tecnológicas?
Una preocupación que surge es
la dependencia de nuestra economía de sectores como el turismo y las remesas de
la diáspora. Aunque estas industrias son importantes y han sido
tradicionalmente nuestras fuentes de ingresos, no debemos olvidar que el mundo
está evolucionando hacia la economía digital y la tecnología de la información.
La pandemia de COVID-19 ha destacado la importancia de la transformación
digital en todos los sectores, desde la educación hasta el comercio y la
atención médica.
Uruguay ha entendido esta
transición y está apostando por la innovación y la tecnología como motores de
su crecimiento económico. Es hora de que la República Dominicana siga este
ejemplo y se tome en serio la inversión en educación y tecnología como el camino
hacia un futuro más sólido y próspero. Dejemos de lado los modelos obsoletos y
enfoquémonos en crear un capital humano altamente capacitado que atraiga
inversiones tecnológicas, como lo está haciendo Uruguay.
En mi opinión, el
éxito de Uruguay en atraer inversiones tecnológicas como la de Google no
debería sorprendernos. El país ha demostrado su compromiso con la calidad
educativa y la innovación. Es hora de que la República Dominicana siga este
camino y apueste de manera decidida por la educación y la tecnología como
motores de crecimiento. No podemos quedarnos atrás en la carrera hacia el
futuro digital.
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