Finalmente, inicia el proceso de entrega de notas. El profesor comienza llamando a los padres por el orden que tienen en una lista, y no por el orden de llegada como suele realizarse por justicia. Cuando el maestro finalizó el llamado de los padres que figuraban en la lista, ocho en total, Arturo no era uno de los agraciados. Tímidamente, Arturo, se dirige al profesor y le expresa que el nombre de su hijo no figura dentro de los llamados, que si podía verificar nuevamente. El maestro verifica su listado y le dice: efectivamente, parece que usted tiene alguna situación pendiente en la caja. Dese una vuelta por allá y cuando esté listo pase a verme.
Arturo, padre de tres niños en el Centro Educativo Escolástico, se presenta puntual, –como es de costumbre en él– a la reunión convocada por la dirección del centro para dar a conocer informaciones de interés, y entregar las notas de final de trimestre (actividad a la cual muchos padres asisten más por el temor de que sus hijos sean expulsados, que por el deseo real de asistir). Arturo permaneció sentado escuchando durante más de una hora los mismos temas de cada reunión que realizaba el centro: la necesidad de que los padres les apoyen en el proceso de formación de sus hijos, la mejoría de su rendimiento académico, el mejoramiento de la disciplina, la tardanza a la hora de la entrada, los padres que pasan a recoger a sus hijos tarde a la hora de la salida, la cooperación para una actividad familiar de recaudación de fondos, entre otros temas.
Con la asignación del 4% al sistema educativo preuniversitario, se dio origen a una serie de iniciativas tendentes a buscar aumentar la cantidad de aulas para mejorar la calidad del servicio prestado. Se iniciaron las construcciones de nuevas escuelas y alianzas con colegios privados. Esta última estrategia entró en funcionamiento bajo un sistema denominado Cogestión, donde el estado se compromete a cubrir gastos administrativos, docentes, desayuno y almuerzo, entre otras facilidades, y el centro educativo se compromete a aumentar la oferta y permitir el ingreso a estudiantes de bajos recursos. Esta iniciativa le ayudaría con el tema del déficit de aulas, y para los colegios privados, sería el vaso de agua en medio del desierto ayudando a impedir el éxodo de estudiantes hacia el sistema educativo público. El estado les permitió a muchos de estos centros que independientemente de los beneficios que reciben, también continuaran cobrando una mensualidad bajo el formato de “cuota de recuperación” o a lo que los colegios llaman un “aporte”.
Arturo, a su salida del centro e imposibilitado, por el momento de realizar el pago de los 500 pesos mensual de cuota, acción que tienen pautado realizarla con el pago del doble sueldo, se pregunta:
¿Cómo ayudare a mi hijo a mejorar su rendimiento académico si no sé dónde está bien o dónde está mal?
¿Cómo ayudare al centro educativo para que mi hijo se comporte como debe ser?
¿Puede un centro educativo no suministrar el informe de calificación a un padre por deber una cuota de aporte?